Padres apostólicos: Ignacio de Antioquia. Concepto de imitación de Cristo en su martirio.


Palabras de San Ignacio de Antioquia extraídas de sus epístolas:


<Su  ardor  y  entusiasmo  por  el  martirio  brotaron  de  su  idea  de asemejarse  a  su  Señor.  Concibe  el  martirio  como  la  perfecta imitación  de  Cristo;  por  lo  tanto,  sólo  el  que  está  pronto  a sacrificar su vida por El es verdadero discípulo de Cristo:

"No he llegado todavía  a la perfección en Jesucristo. Ahora, en efecto,  estoy  empezando  a  ser  discípulo  suyo,  y  a  vosotros  os hablo  como  a  mis  condiscípulos  (Eph.  3,1:  BAC  65,449). Perdonadme:  yo  sé  lo  que  me  conviene.  Ahora  empiezo  a  ser discípulo. Que ninguna cosa, visible ni invisible, se me oponga, por  envidia,  a  que  yo  alcance  a  Jesucristo.  Fuego  y  cruz,  y manadas  de  fieras,  quebrantamientos  de  mis  huesos, descoyuntamientos  de  miembros,  trituraciones  de  todo  mi cuerpo,  tormentos  atroces  del  diablo,  vengan  sobre  mí,  a condición  sólo  de  que  yo  alcance  a  Jesucristo.  

De  nada  me aprovecharán los confines del mundo ni los reinos todos de este siglo. Para mí, mejor es morir en Jesucristo que ser rey de los términos de la tierra.  A Aquél quiero, que murió por nosotros. A  Aquél  quiero,  que  resucitó  por  nosotros.  Y  mi  parto  es  ya inminente. Perdonadme, hermanos: no me impidáis vivir; no os empeñéis en que yo muera; no me entreguéis al mundo  a quien no  anhela  sino  ser  de  Dios;  no  me  tratéis de  engañar  con  lo terreno. Dejadme contemplar la luz pura.  Llegado allí, seré de verdad  hombre  (Rom.  5,  3-6,2:  BAC  65,478).  ¿Por  qué, entonces, me he entregado yo, muy entregado, a la muerte, a la espada,  a  las  fieras?  Mas  la  verdad  es  que  estar  cerca  de  la espada  es  estar  cerca  de  Dios,  y  encontrarse  en  medio  de  las fieras es encontrarse en medio de Dios. Lo único que hace falta es que ello sea en nombre de Jesucristo.  A trueque de sufrir juntamente con El, todo lo soporto, como quiera que El mismo, que se hizo hombre perfecto, es quien me fortalece" (Smyrn. 4,2: BAC 65,490491).>

Johannes Quasten, PATROLOGÍA I, pag 71.

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